El futur de l’ensenyament públic

Un dia, la inspecció educativa envià un suggeriment ben peculiar als equips directius dels col·legis públics d’una zona deprimida pròxima a la capital: El alumnado debe contar entre su material con tres pequeños cubiletes de plástico: uno rojo, otro amarillo y otro verde. Durante la clase, cada alumno atenderá a las explicaciones del profesorado y situará en su pupitre el cubilete que indique su comprensión de lo explicado. Rojo: "No entiendo nada". Amarillo: "No lo entiendo todo". Verde: "Lo entiendo". Así, el docente, de un solo vistazo, captará si su explicación está llegando a la clase o si debe esforzarse por hacerse comprender o por bajar el nivel de complejidad de lo explicado. Quan els docents començaren a practicar les directrius de la inspecció, van comprovar aviat que la realitat superava totalment qualsevol ficció literària. En algunes classes es podien escoltar coses com aquestes:

—Maehtra, ¿er cubilete amarillo pa qué eh?

—Maehtra, er Yozua ma quitao loh cubileteh.

—Maehtra, la Yeni eh una empollona, que ciempre tiene er cubilete verde.

—Maehtra, me zan perdío loh cubileteh, ¿puedo i ar cervicio?

—Maehtra, ci zaco er cubilete verde, ¿maprueba?

—Maehtra, mira cómo toco la batería con loh cubileteh.

—Maehtra, er Crihtian ma ehcupío en er cubilete.

—Maehtra, yo lo primero lo he entendío pero aluego no. ¿Qué cubilete pongo?

—Maehtra, ci traemoh loh cubileteh, ¿hay que traé tamién er libro?

—Maehtra, yo er cubilete roho no lo pongo, que me llaman zurnormá.

I clar, els mestres es queixaven de les idees genials de les seues autoritats educatives autonòmiques. Desde los despachos, todo parece muy bonito, pero hay que estar al pie del cañón, aquí, en clase, para saber de qué va la cosa, murmuraven a les reunions d’equips i nivells. Harían mejor enviando más profesorado de apoyo, concloïen.